miércoles, 28 de octubre de 2009

Simuladores

Hablando con un amigo, tocamos el tema de los simuladores, grupo en el cual estamos incluidos todos, en mayor o menor medida.
Si te cruzas por la calle con alguien, y te pregunta como estas, en general decís: bien, gracias, y vos?
Es un frase que resume todo, que cumple, que no defrauda. Es mas fácil responder así, que responder sinceramente y con claridad todo lo que a uno le esta pasando. Es preferible simular que esta todo bien. Y al trasladar la misma pregunta hacia el otro, no evitamos mayor explicación. El interlocutor, en la gran mayoría de los casos responderá con un: bien, muy bien. Es evidente que tampoco siente ganas de decir realmente todo lo que tiene. Así que cumplirá con su acto de simulación.
Pero en encuentros casuales esto, no tiene mayor importancia.
La cosa se complica y se vuelve patológica, cuando comenzamos a hacerlo con los mas cercanos, sin darnos cuenta seguramente, y siempre pensando en que es lo mejor.
¿Para que contarle a mi madre que me está pasando? No me comprendería, o se haría un problema sin ninguna necesidad.
¿Para que decirle esto a mis hijos? No quiero llevarles mis problemas, ellos están aprendiendo a resolver los suyos propios, para que agregarles uno mas?
Un poco mas avanzado el acto de simulacro, aparentamos que todo podemos resolverlo nosotros, y hasta asumimos el rol de heroínas/héroes tratando de solucionar además de los nuestros, el problema de todos los demás. Tal vez con mucha vocación, pero sin la preparación adecuada.
Y esto le da a la ecuación un único resultado: absurdo, esta ecuación no tiene solución.
Ahí llegamos al punto de sentirnos frustrados, mal con nosotros mismos, y no nos animamos además, a decirlo, ni a aceptarlo. Y seguimos simulando...
Alguien en algún punto nos ha hecho creer que ser vulnerable, no es buena cosa. Me gustaría poder entender que ser vulnerable, y aceptarlo, es lo mas humano que existe.

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